El bruxismo, es decir, el apretamiento y/o el rechinamiento involuntario de los dientes, es un mal hábito cuyo origen se encuentra en una disfunción del sistema nervioso central. Esta afección está relacionada con la hiperactividad de los músculos elevadores de la mandíbula y, por lo general, acostumbra a manifestarse especialmente durante la fase del sueño. Podemos distinguir, además, entre dos tipos de bruxismo: el estático, que conlleva el apretamiento de los dientes, y el dinámico, que supone el rechinamiento de estos. Ante los primeros síntomas del bruxismo, es importante visitar al dentista para evitar el desgaste y la pérdida de piezas dentales. En este artículo, desde nuestra clínica dental en Alcobendas, te explicamos cuáles son las consecuencias más significativas del bruxismo, tanto a nivel oral como extraoral.
Grados del bruxismo
Cuando diagnosticamos el bruxismo, podemos detectar tres grados: incipiente, establecido y poderoso.
El bruxismo incipiente, el primer grado, es poco agresivo y se caracteriza por la ausencia de ansiedad por parte del paciente. En muchas ocasiones, está ocasionado por factores internos que, una vez corregidos, llevan a su desaparición. En el bruxismo establecido, sin embargo, ya se encuentra presente el factor de la ansiedad. En estos casos, se requiere el tratamiento adecuado para prevenir el daño de las estructuras dentofaciales. Por último, en el bruxismo poderoso, el tercer grado, el hábito de apretar y/o rechinar los dientes es constante e incontrolable, incluso cuando el paciente se encuentra despierto.
Principales consecuencias del bruxismo
A corto plazo, el bruxismo puede producir dolor de cabeza, molestias maxilares y en los oídos. A largo, puede, además, provocar la pérdida progresiva de los dientes, quedando erosionados debido al roce continuo. Si no se trata a tiempo, el apretamiento y rechinamiento dental puede acabar afectando a otros componentes, como las articulaciones, músculos y tejido óseo. Es decir, que puede desencadenar un colapso total del funcionamiento de la boca.
A nivel bucodental, el bruxismo está relacionado con los bordes irregulares de los dientes, la pérdida del esmalte, las fracturas de piezas, la sensibilidad al frío y al calor, la inflamación y recesión de las encías, el rechinamiento de los dientes y la dificultad y el dolor al masticar.
A nivel corporal, con el dolor muscular en la cara, la cefalea y el dolor de oídos, las molestias en la articulación temporomandibular (ATM), la tensión cervical, el insomnio y el mal humor y la tensión general.
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